jueves, 19 de noviembre de 2009

LA SOLUCION ES FACIL: YA NO VENGA A VERLA


Oscar y Olga se casaron y vivieron por un tiempo en la oriental y calurosa ciudad de San Miguel. Su noviazgo había sido un poco tormentoso. En medio del noviazgo, Olga decidió terminar con Oscar. Posteriormente a esto muchos pretendientes tocaron a la puerta de Olga. Cuenta la leyenda, que uno de estos pretendientes tuvo la mala suerte de ser atropellado por una moto, cuando el salía de visitar a Olga. El que conducía esta moto no era otro que el propio Oscar, que coincidente y accidentalmente manejaba por esos lugares en ese momento. Después de ver esta sorprendente, inesperada y casual muestra de amor, Olga supo que Oscar iba a ser su esposo…del pretendiente lo único que se supo es que sobrevivió al accidente.

Oscar, además de manejar motos, era un ágil hombre de negocios. Empezó trabajando como despachador en una farmacia, para después tener una propia que aunque era pequeña, su ubicación estratégica junto al mercado de San Miguel la hizo que fuera muy fructífera. Oscar no quería que su hermano Amilcar, pasara por las aflicciones que el tuvo en su etapa de noviazgo y se propuso buscarle novia a su hermano. Fijo sus ojos en Pimpa. Una muchacha de aproximadamente 23 años de ojos muy expresivos, de buena familia y buenas costumbres que dentro de su curriculum presentaba que había sido Reina del Henequen. “Mira vos, aquí en San Miguel hay una muchacha que yo quiero que conozcas que me parece que esta bien para vos” le dijo Oscar a Amilcar, quien no dudo de las buenas intenciones de Oscar y decidió darse una vuelta para ver si la muchacha le era de buen parecer también.

Doña Tulita empezó a notar que su rodilla izquierda le dolía más de lo acostumbrado. Y no era solo al caminar si no que aun teniéndola en reposo. Don José, esposo de Doña Tulita, decidió que su hija Pimpa acompañara a su mama para hacerse unos exámenes en San Salvador. Esos exámenes y terapias duraron aproximadamente tres semanas. El dolor se fue desvaneciendo, pero meses después volvió. Se hicieron exámenes mas exhaustivos y se determino que el problema no era su rodilla, si no que Doña Tulita tenía cáncer de mama. El golpe para la familia fue fatal. Pimpa reunió a sus hermanos Chepe y Coca junto con Don José para evaluar la situación. “Que no nos importe quedarnos en la calle, pero hay que conseguir que ella se sane” insistió Pimpa. Don José no tenía poder de reacción debido a que el golpe era muy fuerte para el. Pero los familiares y doctores aconsejaron al final que aunque se gastara todo el dinero, al final el resultado era inevitable. Doña Tulita murió en 1952 y hasta el último minuto fue atendida por Pimpa.

No hay lugar más precioso para que dos personas se conozcan que El Cuco. El Cuco es una de las playas mas emblemáticas del pacifico salvadoreño. La arena es firme, la playa es amplia y el mar es amigable. Ahí fue donde Oscar, haciendo uso de sus influencias, logro que Amilcar conociera a Pimpa. Amilcar trabajaba en el hospital de Santa Ana como anestesista y viajaba constantemente los fines de semana a San Miguel para visitar a Pimpa. A los pocos meses, Amilcar lo tenía claro, quería casarse con ella. “Tienes que hablar con mi papa” le respondió ella. Don José era conocido por su dureza ante los pretendientes que Pimpa había tenido. Así fue como un domingo, Amilcar se armo de valor y le revelo sus intenciones a Don José.
“Usted entenderá Doctor (así le llamaba Amilcar a Don José) que Santa Ana queda muy lejos y yo hay veces que tengo turnos los fines de semana y no puedo venir a ver a su hija. Además, que el viaje es muy largo y duro, por eso es que yo quiero casarme con ella para así poder verla siempre” Don José escucho atentamente los argumentos de Amilcar, guardo un silencio desesperante por unos segundos y al final le respondió: “Bueno joven, si ese es el problema, la solución es fácil: Ya no venga a verla” Amilcar no tuvo palabras que responder ante tan lógica y muy buena respuesta. Don José, se levanto y dejo a Pimpa y Amilcar solos en la sala. Pero si hubo algo que Pimpa valoro en Amilcar fue que el nunca hablo mal de Don José ni se quejo….Amilcar siguió visitándola y el noviazgo no se apago si no que se cimentó mas ya que ambos vieron que el compromiso era reciproco.

Finalmente en 1954 se casaron y como dice la Palabra de Dios, Pimpa dejo su casa y se traslado casi 300 kms. para radicarse definitivamente en Santa Ana, de donde nadie la ha podido sacar hasta la fecha.

Yo fui testigo de muchos problemas y puntos de vistas diferentes que Amilcar y Pimpa tuvieron durante su matrimonio. Pero el 1 de agosto de 1990 cuando estábamos junto a la cama de mi papa después que el falleció, también fui testigo de cómo mi mama le agradeció con lagrimas en sus ojos lo buen hombre que el había sido y por los hijos que le había dado. Su enfermedad fue dura y digna de contarla en una próxima ocasión, porque gracias a esa dura prueba, el esta ahora en la presencia de Dios.

sábado, 7 de noviembre de 2009

DIOS SIEMPRE SABE QUE ES LO MEJOR


Amílcar nació en 1919 en la ciudad de Chalchuapa del occidental departamento de Santa Ana. Fue el segundo de dos hijos. Su hermano mayor, Oscar fue de mucha influencia en su formación como hombre y profesional, aunque siempre fue muy conocido que a Oscar le gustaba jugarle bromas a Amílcar, quien nunca las entendió y terminaba molesto por las mismas. Amílcar nació en un hogar humilde. Aunque el prosperó en la vida, nunca olvidó de donde venía. El jugó para el equipo local, el 11 Lobos. “Siempre que llegábamos a la final contra el FAS, nos hacían trampa para que ganara el equipo de Santa Ana” comentaba Amílcar. Irónicamente con los años el terminó siendo un aficionado más del FAS. En un partido recibió una fractura en su tobillo izquierdo que no fue tratado bien. Eso le dejo de por vida un característico cojeo causado por su pie que quedó torcido unos 30 grados mas de lo normal hacia la izquierda. El era un buen hombre.

María Olimpia nació en una familia acomodada de San Miguel. Era el año 1929. Su padre, Don José, tenía raíces hondureñas mientras que su mama, Doña Tulita, venía de una familia italiana que había emigrado a principios del siglo pasado a El Salvador. Siempre detestó el Olimpia, por lo que se le conoció como Pimpa. Ella fue la menor de tres hermanos, Coca y Chepe. Lo que mas atesoró de su infancia y adolescencia fue el amor de su madre, que siempre encontraba una solución a cada “desastre” que ocurría en la espaciosa casa que Don José había comprado en el centro de San Miguel. Gran parte de su adolescencia la paso internada en el Colegio La Asunción de San Salvador. Cuando terminaban clases, hacía un viaje en tren de aproximadamente seis horas para llegar a la perla de oriente. En las vacaciones disfrutaba de la familia, amigos y sus viajes de descanso a El Cuco. Pimpa trabajó de secretaria en el despacho de su papá. En el primer sueldo que tuvo, Coca la animó que se lo gastara todo en discos populares de la época. Cuando Doña Tulita vio en que se había gastado su sueldo la regañó: “¡Qué acaso con discos te vas a vestir muchachita!”

Amílcar fue tan exitoso en sus estudios, que fue nombrado “Primer Bachiller de la República” en 1936. Con ese galardón empezó a estudiar medicina en San Salvador bajo la tutela de Oscar. Su medio de transporte era una bicicleta usada que le ayudaba a transportarse cómodamente. Para sorpresa de muchos, el primer año lo reprobó. Amílcar no podía enfrentar a su hermano después de este fracaso ya que era Oscar el que le estaba pagando los gastos de estudio. El esperaba que Oscar le recriminara esta terrible falta debido a que una persona de escasos recursos no podía darse el lujo de repetir año. Para sorpresa de Amílcar, cuando el fue donde Oscar para darle la mala noticia, su hermano no le dijo nada, ni le recrimino el haber reprobado. En vez de eso, Oscar le regalo una chaqueta de cuero de las que estaban de moda por la época. Solo eso. Este detalle marcó su vida y nunca lo olvidó. De ahí en adelante, nunca reprobó otra materia y se convirtió en un exitoso anestesista en la ciudad de Santa Ana.

Pimpa se convirtió en una hermosa mujer con una muy activa vida social dentro de la elitista y exclusiva sociedad migueleña. Tenía muchos pretendientes, pero la mayoría eran estorbados por la mirada vigilante y acusadora de Don José. Pero Pimpa se enamoró profundamente de uno de esos pretendientes. Un joven de buena familia, responsable, apuesto y que siempre andaba vestido elegantemente…Un gran partido. Este joven también estaba muy enamorado de Pimpa. Tanto así que le pidió permiso a Don José para poder visitarla formalmente. Don José, por alguna razón que solo Dios conoce, se negó rotundamente y ordenó estrictamente a Pimpa el ni siquiera volverle a dirigir la mirada a este joven…esto destrozó el corazón de Pimpa que movida por el temor de faltarle a su padre, siguió al pie de la letra la orden. Iba con sus amigas caminando por la calle y el joven buscaba su mirada y ella con un gran dolor no lo volteaba a ver. El joven al final desistió y no la volvió a buscar más.

Allá por 1952, Amílcar y sus amigos, aparentemente, ya habían arrasado con todo en Santa Ana y decidieron emigrar los fines de semana a San Miguel para conocer todos sus sitios históricos… ¿Quién lo habrá decidido? ¿Por qué se les ocurrió esa idea? Lo importante es que en uno de estos viajes exploratorios, Amílcar conoció a Pimpa y quedó impresionado por su belleza y sencillez de corazón. Pimpa por su parte vio a un hombre “campechano” pero trabajador y responsable que a sus 34 años parecía que había llegado el momento de sentar cabeza y le ofrecía una estabilidad emocional en base a mucho trabajo. Ambos se enamoraron y se casaron en 1954 un sábado de mayo a plenas 11 de la mañana en la calurosa ciudad de San Miguel. Los migueleños le dijeron a Amílcar: “Te llevas una joya”….lo cual comprobó en los siguientes 36 años que vivieron juntos hasta que el murió a los 70 años.

El dolor que mi mamá tuvo al perder a su primer amor era incomprensible para ella en ese momento. Ha de haberse preguntado muchas veces ¿Por qué? Y debió de expresar su desacuerdo ante las decisiones “sin razón ni justificación” de su padre. ¿Qué había en el corazón de Don José para negarle el permiso a ese joven para cortejarla?

En 1978, cuando yo tenía 10 años y estaba vacacionando en San Miguel, mi Tía Coca me invitó a un sorbete una tarde después de salir de su trabajo en la farmacia. A esa sorbetería llegó un hombre alto, de piel blanca, muy bien parecido y pelo entrecano. Al ver a mi tía, se acercó para saludarla. “Este es el querubín de la Pimpa” le dijo mi Tía Coca. El hombre me saludó y se despidió cordialmente… “Mira, ese iba a ser tu papa” me dijo ella en silencio señalándomelo sin que el se diera cuenta.

Nunca hubiera sido mi papa. Dios sabía que mi papa iba a ser Amílcar. Dios permitió que ese dolor que mi mamá sintió cuando su papá le prohibió esa relación se convirtiera en tres vidas más: mis hermanos José Roberto, Ana María y yo. Y que con el tiempo, en Santa Ana (donde mi mamá nunca hubiera vivido si se casaba con ese joven) ella conocería personas que le presentaron a quien se convirtió en la persona más importante en su vida: Jesús.

Hoy no entendemos muchas cosas que nos pasan….Si mi madre no hubiera honrado a su padre, tu no estuvieras leyendo esto ya que mi mamá nunca hubiera conocido a mi papá y lo peor de todo es que posiblemente nunca hubiera encontrado la salvación de su alma. En cualquier cosa que nos pase…Dios siempre sabe que es lo mejor porque lo refrescante es….que El sabe el final de la película.