domingo, 29 de mayo de 2011

¡GRACIAS SELECCIONES DEL READER´S DIGEST!


Mis papas tenían una fabulosa colección de las Selecciones del Reader´s Digest. Me fascinaba leerlos ya que habían ediciones de 1953 y otros años. Los anuncios de esa época eran mis favoritos ya que se anunciaban los autos últimos modelos de la época, televisores en blanco y negro y tocadiscos que podían tocar discos de 45 revoluciones. También las secciones de “La risa remedio infalible” me causaban gracia… ¡porque no daban risa!
El 16 de julio de 1996 estaba parado en medio del fabuloso puente Golden Gate viendo hacia la ciudad de San Francisco. Era como las 5 de la tarde. Dicen que si uno camina el puente completamente, vuelve a regresar…y es cierto. Al día siguiente iba a partir de regreso a El Salvador mientras meditaba las bonitas experiencias que había tenido en este viaje…y pensar que pude perder el vuelo desde San Salvador o pude haber empezado el viaje con una gran incomodidad si no fuera que las Selecciones del Reader´s Digest me proveyó su asistencia oportuna.
El viaje dura seis horas. El vuelo fue un poco movido, pero cuando el piloto anunció que íbamos sobrevolando la ciudad de Los Angeles, nos acercamos a la ventana y vimos de cerca como se miraba con detalle la línea de la costa con sus barcos atracados en los muelles. El avión estaba volando bajo.
Yo definitivamente me enamoré de San Francisco, una ciudad donde nunca hace calor. El olor de mar acompañado junto con el viento frío de la bahía hace que uno se llene de vitalidad.
Aunque muchos tienen clasificado San Francisco como una ciudad llena de homosexuales, la verdad es que uno solo los ve si se va a la famosa Calle Castro, por otra parte se ve gente normal y muchos extranjeros como los hindúes y una gran cantidad de chinos. La ciudad es muy pequeña pero sus edificios son de una arquitectura estéticamente fina y estilizada. Sus inclinadisimas colinas son características en donde sobresale la famosa calle Lombard. Además, la gente es extremadamente amable. El sistema de transporte, el famoso tren BART, es muy limpio y fácil de entender para trasladarse de un lugar a otro. Una de las razones porque me gusta “En busca de la felicidad” con Will Smith es porque muestran escenas en el BART donde el sonido del tren es idéntico al que recuerdo. Cuando escucho el primer disco de Alanis Morrisette y de Mickey Taveras me recuerda a San Francisco también.
La comida es de primera. Los cangrejos que se venden en Fisherman´s Wharf son gigantescos, la comida china es exquisita. En North Beach llegue a probar la mejor pizza que he comido. También tuve la oportunidad de probar una muestra variada de comida iraquí. El esposo de la cuñada de mi hermano, Mike es un iraquí nacionalizado estadounidense. Mike es una de las dos personas más buenas que he conocido. El nos llevo a un restaurante de comida iraquí en donde de verdad se necesita un poco de cultura para poder valorar esa comida. Extrañamente los alimentos que son considerados como comida son dulces y los postres son salados y llenos de especias. Después del Golden Gate se encuentra Sausalito, cuyas casas son hermosas.
También tuve la oportunidad de ir a ver a los San Francisco Giants jugando contra los Dodgers de Los Angeles. Cuando iba entrando al estadio me pareció curioso ver como muchas personas llevaban colchas ¿Qué se quedaran a dormir? Después me di cuenta que cuando el partido se adentro a la octava entrada, el frío de la noche junto con el agua helada de la bahía hacía que mis huesos se estremecieran…Afortunadamente Barry Bonds pegó un Home Run que nos hizo saltar y olvidarnos del frío.
…Y pensar que pude perder el vuelo desde San Salvador o pude haber empezado el viaje con una gran incomodidad si no fuera porque Selecciones del Reader´s Digest me proveyó su asistencia oportuna…Extrañamente no recuerdo quien me fue a dejar al aeropuerto, pero yo me quede solo chequeando mí boleto y pasaporte. Una vez hice eso, me dio hambre el ver tantas cajas de pollo campero que los viajeros llevaban a nuestros hermanos cercanos, lejanos, mojados….whatever…me fui al Pollo y compramos un menú de tres piezas (en esa época todavía soportábamos ese menú).
Faltaba aproximadamente media hora para tomar el avión y no había entrado al mismo porque los últimos 45 minutos tuve un debate existencial si debía hacerle caso a mi sistema digestivo e ir al baño o meterme al avión gracias al pollo que me había comido. Ahora si me metía al avión, me iba a tener que esperar mínimo una hora más para ir al baño…Tome la acertada decisión de ir rápidamente al baño…solo unos cinco minutos y ya…Para hacer el momento menos difícil me puse a leer un Selecciones del Reader´s Digest de ese mes que había comprado para poder soportar esas seis horas de viaje hasta la ciudad de la bahía. De repente escuché por el altavoz que esta era la última llamada para abordar el avión. Bueno, agradecí al Señor que me diera oportunidad de poder tranquilizar mi sistema digestivo…Lo que paso después, me ha perseguido por el resto de mi vida…
¡No había papel higiénico! En segundos vi toda mi vida pasar en frente de mí…y no me gusto lo que vi porque me faltaba entregarme más a Dios. Decidí que iba a salir de esta de alguna manera…vi todas las opciones posibles, una de ellas la erradique de mi mente inmediatamente porque podría llegar a incomodar a la gente del avión. Tenía que actuar rápido…hasta que me acordé lo que Dios le dijo a Moisés cuando tenía en frente al mar y atrás al ejercito de faraón: “¿Qué tienes en tu mano?” pues yo no tenía su vara, pero si mi Selecciones del Reader´s Digest…el resto es historia y logre subirme al avión a tiempo…si la pase un poco aburrido porque ya no tuve nada con que leer…pero nunca olvidare como Selecciones del Reader´s Digest me ayudó a gozar de San Francisco. Claro que yo no tenía en frente un mar ni atrás al faraón…pero si en las situaciones más simples, cómicas e intrascendentes esta Dios… ¿Cómo no va a estar con nosotros cuando haya que en verdad atravesar un mar?