martes, 5 de febrero de 2013

LOS PEQUEÑOS DETALLES

 
    Al final son los pequeños detalles los que en verdad cuentan. No veo la Teletón. No sé, no es que piense que es una farsa, pero no me gusta la forma en como los presentadores se rasgan las vestiduras, lloran y hasta hacen muecas convenciendo a la gente que participe por la causa. Ver desfilar a tantas empresas (Y hasta candidatos presidenciales) con cheques de cantidades exorbitantes en “casi” cadena nacional para que todo el mundo los vea que son filántropos, no es la mejor manera de expresar la humildad del corazón. Lo más seguro es que me equivoque

Pero Jesús hablo de ello en Mateo, capitulo 6: “Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”

Y los simples detalles, la mayoría de veces no tiene nada que ver con grandes cantidades de dinero. Aquí hay tres ejemplos de los hermosos detalles que duran para toda la vida:

¢0.20

En primer grado, yo tenía 7 años. La vida era mucho más tranquila y el turno de colegio era en la mañana, que era interrumpido al mediodía para ir a nuestras casas para almorzar. Luego a eso de la 1:30, regresábamos a esperar al bus del colegio que nos llevaría para una segunda jornada en la tarde de 2 a 4 PM.

En una de esas veces, cuando regresaba en la tarde del colegio, Maura me fue a recoger. Maura era la muchacha que trabajaba con mi mama y a veces ella se tomaba ciertas atribuciones y derechos que no le correspondían, pero esto es un punto para otro blog (Aunque puede revelar ciertos traumas y quejas de mi niñez…hmmm…no mejor lo dejamos así).

Mientras caminábamos sin darme cuenta ella empezó a ver mi boletín de calificaciones…De alguna forma, resultaron que eran muy buenas calificaciones. Yo ni me había dado cuenta. Cuando llegamos a la casa, Maura le entrego la libreta a mi mama diciéndole “Mire las notas que saco el ‘niño Jose Amilcar’”…Fue lo último que oí y me fui para el patio de la casa, donde me ponía a jugar mientras llegaba la cena.

Jugando estaba (El Hombre Nuclear estaba a punto de hacer un salto mortal…bueno, mortal para mí porque yo no tenía piernas biónicas) cuando escuche un temible “Jose Amilcar”. Era mi papa y cuando él me hablaba por lo general no siempre eran buenas noticias. Cuando me acerque a él solo me dijo “Tene” y extendió su brazo derecho abriendo la mano completamente. En la palma de su mano habían cuatro monedas de cinco centavos cada una…mi papa me estaba regalando ¢0.20 de colon, lo que hoy en día ni siquiera es un centavo de dólar. Pero para mí era una mina de oro…¿Que me podría comprar con tan grande capital? A ver, los bombones valían ¢0.05, los churritos ¢0.10, las paletas lo mismo ¡y una gaseosa costaba ¢0.20! Las opciones eran ilimitadas. No supe cómo responder, solo le di las gracias, pero tristemente no hubo un abrazo…yo siempre lo miraba muy serio, pero él nunca fue enojado conmigo.

No me acuerdo que hice con ese gran dineral, pero han pasado los años y todavía recuerdo que fue en la sala de televisión donde vi esa mano extendida con ¢0.20…Un detalle que ha durado toda la vida.

La nueva chica en la escuela

Pimpa tenía 5 años cuando iba a empezar a ir a la escuela en su natal ciudad de San Miguel. Pero debido a asuntos familiares se perdió los primeros días de clases ya que ella se encontraba con su familia en San Salvador.

Cuando finalmente regresaron de la capital, Pimpa fue llevada a su escuela para su primer día de clases, algo que las demás compañeritas ya habían hecho días atrás y ya estaban adaptadas. Pimpa fue recibida por Sor Pilar, la monja que estaba encargada de la clase. Pimpa se sintió desubicada ante el cambio tan fuerte y empezó a llorar, ella estaba inconsolable y se imaginaba que la monja iba a empezar a regañarla.

Pero de repente Sor Pilar se levantó y les dijo a todas la clase “Niñas, cierren su cuaderno porque hoy tenemos a una nueva compañerita, Pimpa. Así que como ella es nueva, saquen todas sus muñecas y juguemos con ellas para celebrar que Pimpa se ha unido a nosotras” Desde ese momento Pimpa dejo de llorar y se puso a jugar con sus nuevas compañeritas a las muñecas.

Han pasado 78 años de eso y mi mama lo recuerda como uno de sus momentos más bonitos de su infancia y su época de colegio es de los momentos más felices de su vida. Todo resultado de la actitud sencilla de Sor Pilar que ni si imagino que siete décadas después estaríamos hablando de ella…Un detalle que ha durado toda la vida.

Lo importante es competir

Todos los 6 de Junio en el colegio se celebraba el día del fundador de los Hermanos Maristas, Marcelino Champagnat, que fue el día que murió en 1840 a la temprana edad de 51 años…Era un día fabuloso porque como él le gustaban los deportes (o eso es lo que nos dijeron), el día se celebraba con una mañana deportiva.

Mientras las actividades se celebraban, El Hermano Director, German Ares Perez dijo algo en el megáfono que me llamo la atención: “Y recuérdense estudiantes, como decía el Beato Marcelino Champagnat (ahora ya es santo), Lo importante no es ganar sino que competir”…Por mucho tiempo a él le atribuí esa frase. Después me he dado cuenta que Pierre de Coubertin la hizo propia también…Así que me declaro incompetente ante la autoría de esta frase…pero la frase me gusto, aunque culturalmente los perdedores nunca son recordados.

En el colegio de mi hijo Juan Jose, nos invitaron a los padres de familia a una mañana deportiva. Por el trabajo yo no había podido asistir pero esta ultima vez si lo hice. Cuando llegue los niños estaban bajando del bus y Juan Jose, de 8 años, me vio desde lejos y me saludó efusivamente y empezó a hablar con sus compañeritos señalándome, haciéndoles ver que su papa había ido a verlo.

Fue un torneo pequeño y su grado perdió 4-0. Cuando el partido se terminó él se fue con sus compañeros sin voltearme a ver seguramente decepcionado de que lo había visto perder…Yo me acerque a él y lo abrace diciéndole “Acordate que lo importante no es ganar, si no competir” el me respondió “Si Papa” y se regresó donde sus compañeros. Creí que era lo mejor demostrarle que yo no me sentía mal porque había perdido, lo cual era verdad, pero su reacción me pareció que lo que le dije lo había tomado de manera indiferente.

En la noche, Juan Jose le conto a mi esposa lo que yo le había dicho y que eso casi lo había hecho llorar porque yo no le había mostrado decepción alguna si no que se sintió apoyado…No sé si será un detalle que dure toda la vida para él, pero siempre le pido a Dios por los detalles que cuentan, los que perduran, los que hacen que nuestra vida desarrolle el propósito por el que Dios nos trajo al mundo.

Aquí hay un cuarto ejemplo…Jesús murió por mí y por ti…Si aceptas esta verdad, será un detalle que durara para la eternidad.