miércoles, 29 de julio de 2009

NO SOLO EN EL CAMPO SE VEN COSAS TERRIBLES


“Buenas tardes hermanita le presento al hermanito Gentilio. Viera como las oraciones de el son poderosas y ha liberado a mucha gente de sus achaques con poder, talvez ayude a curar a su hijito chulo de su acné” dijo la hermana Carmencita.

El hermano Gentilio era un tipo de complexión mediana, regordete y tez morena muy profunda de aproximadamente 1.62 mts. de altura. Su aspecto autóctono lo completaba un sombrero de campesino. Unos aros cuadrados y grandes cuyo lente verde-oscuro le daba un aire de misterio porque a ciencia cierta no había forma de leerle la mirada y ayudaba a que sus posibles 35 años parecieran 45. El hermano Gentilio siempre se hacía acompañar de el hermanito Ovidio que le ayudaba a llevar la segunda como para quitarle un poco la presión en su oratoria.

“Déjenme hablar a solas con el hermanito” dijo Gentilio y me llevó al cuarto de mis papas. “Mire hermanito, estas cosas son del diablo. ¿Usted ha visto en la televisión que a veces esta una persona pero a su lado aparece una imagen borrosa de esa misma persona? Esos son los espíritus que llevan adentro”…..¡¡¡Un momento!!!....dije a mis adentros, yo no era técnico en electrónica, pero sabía que eso era debido a la señal que recibían las antenas que eran colocadas en los techos de las casas y que a veces mostraban eso debido a una mala señal. Pero… ¿Quien era yo para contradecir al hermano Gentilio?

“Tenemos que estudiar este caso y al final hacer una oración para que el espíritu que esta en el hermanito salga y sea sanado de su acne” dijo con mucha autoridad el hermano Gentilio. A continuación le comentó a su compañero: “Se da cuenta hermanito Ovidio que no solo en el campo se ven cosas terribles, sino también en la ciudad”. El hermanito Ovidio solo asintió porque creo que no se había aprendido el guion ese día.

Parecía que la oración no iba a ser un simple paseo de campo, requería de varias visitas que al final eran despedidas con una ofrenda voluntaria. Lo que no me gustaba era que el espíritu se iba a resistir y que posiblemente (como pasaba en el campo) tendría que vomitarlo físicamente en forma de gusanos. Nunca pensé a que sabían los gusanos…talvez porque estaba petrificado ante la idea.

El viernes 22 de octubre de 1983 fue el último día de exámenes finales antes de salir a vacaciones. Con los compañeros fuimos a almorzar una hamburguesa. De un teléfono publico me comunique con mi mama que con alegría me dijo que el hermano Gentilio venia a hacer la oración final. Un temor indescriptible me dominó. Ya en la casa, se empezó la oración. Yo había escuchado oraciones en lenguas, pero Gentilio hablaba lenguas que nunca había oído. Repetía mucho algo como “wiskiri-wiriski” que por dentro no me cuadraba. “Sal de el, te comando que salgas espíritu… ¡Vomitalooooo, vomitalooooo!”… Gentilio gritaba con un frenesí incontrolablemente incontrolado.

Pero aunque había degustado una hamburguesa doble con queso, tocino, pepinillo, mucha cebolla y una obscena cantidad de mostaza, no tuve las más mínimas ganas de vomitar. Me sentía un poco mal por tanto esfuerzo y gritería y que yo no colaboraba con Gentilio, llegue hasta pensar en toser un poco para que el chamaco se calmara, pero ni un eructo me salía. Al final la oración terminó y gracias a Dios no vomite nada. “Ya esta limpio hermanito” me dijo “era un detective que estaba en su cuerpo, yo lo vi salir, salio con gabardina y sombrero”…¡¡¡Gloria a Dios!!!....Me sentí aliviado al haber sido “exorcizado” sin vomito incluido. Después de la oración y para pasar el trago amargo me fui al cine Novedades en donde estrenaban Octopussy, la penúltima película que Roger Moore hizo como James Bond a sus otoñales 56 años. Posiblemente recuerdo con mucho cariño esa película, porque la disfrute relajado al saber que ya no vomitaría gusanos.

Yo no me cure. En esa época yo no tenía ni la más minima idea de lo que era la autoridad que Jesús les ha dado a sus hijos. Pero alguien con poder en Dios, abrió los ojos de mi mama de que este era un farsante, el cual tenía intenciones de seguir llegando a la casa, pero lo que mi mama hizo fue doblar rodillas y reprender a este sujeto en el nombre de Jesús….Nunca mas lo volvimos a ver.

Ahora se, que no necesitamos que un “superhombre” ore por nosotros para liberación. Jesucristo nos ha dado la autoridad de su nombre….con el cual los principados y potestades huyen de su presencia porque sencillamente no resisten estar ante El….porque Jesús, simplemente….es Dios.

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